Si alguna vez has intentado cuadrar vacaciones familiares con los días laborables de tus hijos, sabes que el calendario escolar manda. En España, no hay un único calendario escolar nacional, y esa realidad se dificulta un poco más cuando entran en juego las diferencias entre colegios públicos, concertados y privados. No es un capricho: la educación está descentralizada, los centros tienen grados distintos de autonomía y las familias procuran proyectos que encajen con su ritmo de vida. La buena noticia es que, con un tanto de método, se puede anticipar prácticamente todo, desde las fechas de comienzo de curso hasta las recuperaciones de septiembre que ya son historia en muchas comunidades.
Quién decide, de veras, el calendario escolar
El marco general lo fija el Ministerio de Educación, singularmente en lo que afecta a festivos nacionales y a la duración mínima del curso. Sin embargo, son las comunidades autónomas las que aprueban los calendarios escolares en España cada año, con los días laborables concretos, los periodos de evaluación y las vacaciones. Ese documento autonómico marca el suelo común para todos los centros sostenidos con fondos públicos, esto es, públicos y concertados.
Los colegios privados juegan con más margen. Aun así, no pueden multiplicar los días lectivos a su antojo ni desentenderse de los festivos nacionales y autonómicos. Normalmente, se adaptan al calendario de su comunidad y lo ajustan en lo que pueden: jornadas de adaptación más prolongadas en Infantil, semanas de proyectos, días de libre predisposición repartidos de otra manera o evaluaciones internas con diferente ritmo. Ese margen, bien usado, hace la diferencia entre un trimestre que respira y uno que se hace eterno.
Lo común: una columna vertebral de 175 a ciento ochenta días lectivos
Más allí de matices, hay patrones que se repiten año tras año. De forma orientativa, el curso lectivo se mueve entre ciento setenta y cinco y 180 días. El primer trimestre arranca a principios de septiembre, con Infantil y Primaria entre la primera y segunda semana, y Secundaria y Bachillerato un poco más tarde. La Navidad corta el ritmo desde antes de Nochebuena hasta después de Reyes. El segundo trimestre va de enero a finales de marzo o principios de abril, con Semana Santa marcando el descanso. El tercero, de abril a fines de mayo o junio, dependiendo de la etapa y de si hay pruebas externas o finales de Bachillerato.

En FP, el calendario escolar España introduce otra capa: las prácticas en empresa (FCT) desplazan el final de curso para una parte del estudiantado. Y si tienes a alguien en dos.º de Bachillerato, vas a saber que la EBAU manda. Las clases terminan ya antes, las evaluaciones se adelantan y la organización familiar se gira para acompañar estudios.
Públicos, concertados y privados: diferencias reales en datas y ritmos
La pregunta que más oigo a familias que cambian de etapa o de centro es si un concertado o un privado les dará más vacaciones o mejor conciliación. Técnicamente, no hay una brecha enorme en días de asueto. Las diferencias se notan en los bordes: en qué momento comienza y acaba el curso, cómo se distribuyen las jornadas intensivas, qué hacen con los días de libre predisposición y cómo organizan los puentes.
En la red pública, el calendario se ajusta con lealtad a lo que dicta la comunidad. Si hay 3 días de libre predisposición, se reparten con criterio pedagógico y de conciliación, a menudo ligados a festivos locales. La jornada intensiva de junio y septiembre es prácticamente un estándar en Primaria: menos horas lectivas por el calor y más tiempo para actividades complementarias o comedor abreviado. En ciertos centros, la AMPA organiza ludoteca para salvar el hueco.
Los concertados comparten exactamente el mismo marco autonómico, pero acostumbran a apurar sus propios proyectos. He visto centros que comienzan clases un par de días antes para facilitar adaptación y evaluación diagnóstica, o que concentran los días de libre predisposición cerca de un puente para minimizar fragmentaciones. No es una norma universal, depende tanto del titular del centro como del equipo directivo y del municipio.
En los privados, el margen se aprecia más en la manera que en el fondo. La diferencia no está solo en el número de días, sino en lo que se hace con ellos. Es frecuente que ofrezcan semanas temáticas entre trimestres, estancias lingüísticas a fines de curso o periodos de “bridge weeks” con talleres cuando las asignaturas troncales ya han cerrado. El curso puede comenzar poco antes, acabar algo después con actividades no evaluables o tener “early release” cada viernes. Para ciertas familias, esa flexibilidad es oro. Para otras, supone costos extra o una logística que no compensa.
Días clave en la práctica: lo que marca el curso
El primer día del curso escolar no es exactamente lo mismo para un pupilo de tres años que para uno de quince. En Infantil, muchos centros, públicos y privados, programan una adaptación progresiva: entradas escalonadas, horarios reducidos durante unos días y tutorías exprés con las familias. No aparece en los grandes titulares del calendario, pero cambia la semana por completo.
El tramo navideño trae el primer gran choque. Según la comunidad, las clases paran entre el veinte y 23 de diciembre, y retornan entre el 7 y el nueve de enero. Los colegios privados a veces organizan campamentos los días laborables no lectivos, que calman mucho a quienes no pueden teletrabajar. No es raro que el comedor funcione hasta el último día laborable de diciembre y regrese el primero tras Reyes.
La Semana Santa es la otra bisagra del curso. Ciertas https://penzu.com/p/fca86aed3ca0b89b comunidades agrupan un par de días más alrededor del festivo, otras son más parcas. En los concertados y privados, la gestión de esos márgenes puede introducir actividades deportivas o viajes culturales. Conozco un instituto que aprovecha la semana previa para su “English Week”, de forma que el regreso no se convierte en un muro de exámenes.
El final de curso varía por etapa. Primaria acostumbra a cerrar a mediados o finales de junio, con folletines y asambleas veloces. En la ESO, junio trae evaluaciones finales más compactas, y muchos centros reservan los últimos días laborables para materias pendientes, proyectos o educación vial. En Bachillerato, el calendario se amolda a la EBAU: simulacros a mitad de mayo, cierre de notas antes de la convocatoria ordinaria y, si hace falta, margen para la extraordinaria de julio o septiembre, según comunidad.
¿Quién puede mover un día laborable? Autonomías, municipios y centros
Aunque el grueso del calendario viene de las consejerías autonómicas, los ayuntamientos tienen voz con las fiestas locales. Ese par de días que en un pueblo se celebran por la patrona y en otro por la feria terminan desplazando puentes y evaluaciones. Los centros asimismo pueden proponer jornadas no laborables por necesidades de formación del profesorado o proyectos concretos, en el cupo de libre predisposición que apruebe la administración.

En la práctica, en los calendarios escolares en España hay 3 capas superpuestas: la autonómica, la municipal y la del centro. Si planeas un viaje, examina las 3. Muchas familias confían solo en el documento comunitario de septiembre y descubren en enero que el instituto ha fijado un día de libre predisposición un viernes clave. La dirección no acostumbra a improvisar, mas tampoco puede cerrar todo un año antes de escuchar al claustro y al consejo escolar.
Jornadas intensivas, ola de calor y días raros
Setiembre y junio vienen con jornada reducida en gran parte de Primaria. El horario habitual 9:00-13:00, con comedor hasta las 15:00, alivia a los pequeños cuando aprieta el calor, mas complica a quienes cuentan con tardes de actividades. En la ESO, la jornada intensiva es menos común, si bien algunos institutos la aplican las últimas semanas de junio si el plan de centro lo deja.
El cambio climático ha metido estruendos en el calendario. En años de calor extremo, varias comunidades han emitido instrucciones de ventilación y flexibilidad horaria. No suelen desplazar días laborables de golpe, mas sí permitir ausencia justificada en olas muy severas. Los privados con instalaciones mejor climatizadas llevan ventaja, si bien asimismo padecen en edificios antiguos.
Luego están los días raros. Festivos en miércoles que parten la semana, evaluaciones internas que transforman un viernes en jornada de salidas culturales o municipales que organizan carreras escolares un martes por la mañana. Si tu objetivo es cuadrar vacaciones escolares con trabajo a distancia, identifica esos días quebrados a comienzos de trimestre. Reducen fricciones familiares y evitan jurar lo que un consejo escolar puede cambiar.
Vacaciones de verano: lo que dura, de qué manera se usa
Las fechas vacaciones escolares de verano oscilan bastante. En Primaria, lo normal es cerrar entre el veinte y el veinticinco de junio. La ESO tiende a acabar unos días ya antes en términos evaluables, si bien el calendario oficial marque laborable hasta fin de mes, con tutorías, restauración de trabajos y entrega de notas. En Bachillerato, el fin real llega en mayo para quien se examina de EBAU en ordinaria, pero el calendario del centro prosigue para quienes van a extraordinaria o participan en actividades de orientación.
Los concertados y privados suelen ocupar el margen de finales de junio con actividades no evaluables: deportes, teatro, competencias digitales. En parte, mantienen su propuesta de valor y en parte responden a una necesidad de conciliación. Nada de esto figura con claridad en los calendarios autonómicos, así que conviene consultar al centro en marzo o abril qué plantean para ese tramo.
Y el retorno en septiembre tiene su guion: ciertos privados abren las puertas la última semana de agosto con campamentos de transición, al tiempo que en la pública el primero de los días de clase lectiva no deja lugar a dudas. Si te mudas de comunidad, no des por hecho que el 7 de septiembre es universal; el abanico puede ir del 4 al doce, conforme etapa y territorio.
Evaluaciones, recuperaciones y ese rumor de septiembre
Durante años, septiembre fue homónimo de exámenes de restauración. Ese modelo ha cambiado en una buena parte de España. Muchas comunidades han movido la convocatoria excepcional a julio, con la idea de no extender la tensión académica hasta el principio del curso siguiente. Esto impacta en la organización familiar: julio se vuelve mes de repaso y exámenes, agosto de reposo real, y septiembre retoma sin arrastrar pendientes. No todas y cada una de las comunidades lo aplican igual, y ciertos centros privados mantienen evaluaciones propias en septiembre para promociones internas. Si tu hijo está en cuatro.º de ESO o en dos.º de Bachillerato, tenlo en el radar desde el segundo trimestre.
Extraescolares, comedor y transporte: los sigilosos del calendario
El papel del comedor, del transporte y de las actividades extraescolares con frecuencia pesa más que el propio día laborable. En públicos y concertados, el comedor se alinea con el calendario autonómico y adopta jornada corta en el mes de septiembre y junio, con menús amoldados y salidas ya antes de las 15:00. En privados, es frecuente mantener exactamente el mismo horario todo el curso o introducir “early lunches” en los meses calurosos.
Las extraescolares asimismo marcan diferencias. Hay centros que las arrancan en octubre, otros en septiembre, y ciertos paran por completo en el último tramo de junio. En la práctica, para muchas familias el auténtico fin de curso llega cuando paran las extraescolares, no cuando lo hace la última clase de Matemáticas.
El transporte escolar prosigue la misma lógica. Si tu centro es concertado con sendas extensas, examina con antelación los horarios de septiembre y junio, por el hecho de que raras veces coinciden con los del leño del curso. Una variación de 20 minutos desmonta una tarde de asambleas.

Pequeñas resoluciones que evitan grandes dolores de cabeza
Uno se vuelve práctico con los años. La primera vez que intenté cuadrar un viaje de 5 días con dos niños en Primaria, descubrí con tres semanas de antelación que el instituto había fijado un día de libre disposición justo en la mitad de nuestro plan. No era grave, pero el seguro del alojamiento no cubría cambios económicos. Desde entonces, cada septiembre hago tres cosas:
- Descargo el calendario autonómico y, en cuanto el centro publica el suyo, marco en un mismo documento los festivos nacionales, autonómicos, locales y los días de libre disposición del instituto. Pregunto a la tutoría si está previsto algún cambio en jornadas o evaluaciones que aún no figure en el calendario. En ocasiones el claustro está pendiente de confirmar una formación del profesorado en el mes de noviembre o un proyecto municipal. Planifico viajes y campamentos en semanas sin puentes o días quebrados. Pagar un poco más por flexibilidad en billetes compensa si el consejo escolar mueve una data.
Estas 3 rutinas, tan simples, han reducido al mínimo los sobresaltos. No hacen magia, mas sí airean el curso.
Qué mirar conforme la etapa y el tipo de centro
En Infantil, la adaptación de septiembre pesa más que las vacaciones. Pregunta por la duración de esa fase, por el hecho de que cambia el horario de toda la familia durante una o un par de semanas. En Primaria, la jornada de junio y septiembre condiciona extraescolares y comedor. En ESO, examina las fechas de evaluación y de la extraordinaria, en especial si la comunidad la mantiene en septiembre. En Bachillerato, la EBAU eclipsa todo: simulacros, cierre de notas, calendario de matrícula.
En la pública, el foco está en los días de libre disposición y en las fiestas locales. En la concertada, es conveniente comprobar de qué manera encajan su proyecto pedagógico y sus salidas con los puentes. En la privada, además de esto, mira si hay semanas temáticas, viajes fuera del calendario autonómico o una apertura temprana en el mes de agosto con servicios opcionales. Ahí es donde los calendarios escolares en España se vuelven más dúctiles.
Puentes y ciudades: Madrid no es Bilbao, y Baleares no es Aragón
Las diferencias territoriales no son anecdóticas. Comunidades con ferias patronales fuertes mueven puentes en torno a fiestas locales. En Madrid, el nueve de noviembre o el quince de mayo pueden abrir huecos inopinados. En Cataluña, el 11 de septiembre y la Castañada influyen en el inicio de evaluaciones. En Andalucía, la romería de un ayuntamiento arrastra un viernes no lectivo que no existe en el pueblo de al lado. Si te mudas durante el curso, pide el calendario del ayuntamiento aparte del del centro.
Las islas añaden logística propia. En Baleares o Canarias, algunos centros evitan viajes largos justo antes de Semana Santa por previsión de meteo o por conexiones, y desplazan actividades intensivas a semanas con mejor mar. No está escrito en ninguna normativa, mas se aprende veloz si preguntas en segregaría.
Cómo leer el calendario para no perderte lo importante
No hace falta memorizar día a día. Lo útil es comprender la estructura y los puntos de inflexión. Identifica cinco momentos: arranque del curso, Navidad, Semana Santa, evaluaciones finales y cierre de etapa. En torno a esas datas se mueven los cambios que afectan a la organización familiar. Si tu centro es concertado o privado, añade las semanas propias del proyecto: inmersiones lingüísticas, días de deporte, festivales. Puedes pasar por alto una tutoría, pero no un cambio de jornada que te deje sin margen el jueves que presentas un informe.
He visto familias que planifican a mes vista y otras que se montan un calendario compartido anual en septiembre. Las segundas, por experiencia, viven más tranquilas. Un calendario bien armado evita sorpresas y hace más sustentables los fines de trimestre, cuando las agendas se llenan de festivales, entregas y, a veces, de fiebre.
Palabras finales de quien ha ajustado mal y también muy bien
El calendario escolar España tiene menos de rígido de lo que semeja y más de discutible en los bordes. Públicos y concertados se rigen por el marco autonómico, con pequeños ajustes. Los privados estiran ese margen para darle congruencia a su proyecto. Las diferencias no acostumbran a ser de semanas, sino de días estratégicos, jornadas especiales y servicios complementarios.
Si eliges centro pensando asimismo en logística, pregunta por lo concreto: horas de septiembre, días de libre predisposición, qué ocurre la semana después de EBAU, de qué forma administran olas de calor, si hay campamentos en datas vacaciones escolares de Navidad o junio. Cuando esas contestaciones encajan con tu realidad, el curso fluye. Y cuando no, cada puente se vuelve una carrera de relevos.
El calendario no lo es todo, pero moldea muchísimas decisiones pequeñas del día a día. Comprender quién lo decide, dónde están los márgenes y cómo los usan públicos, concertados y privados te permite planificar, ahorrar desazones y, a veces, aprovechar ese viernes sin clase para hacer algo que los críos recordarán con una sonrisa. Y al final, de eso va la escuela asimismo.